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TARTESSOS



Tartessos fue un reino cuya formación aún permanece en el misterio pero que se remonta aproximadamente al 1200 a.C. y cuya extensión en su periodo de máximo esplendor comprendía el sur peninsular desde el Tajo hasta el Segura con límite al norte en Sierra Morena. La localización de su capital Tartessos (una ciudad-estado que dio nombre a toda su área de influencia) a falta de datos arqueológicos es también incierta. No obstante, sí se sabe que ocupaba el área SO de la Península Ibérica, en torno a la desembocadura de los ríos Guadalquivir, Odiel y Tinto.

La riqueza de Tartessos se basaba en su abundante en plata y otros yacimientos de minerales, también su clima y suelos eran apropiados para el cultivo de la vid, del olivo y del trigo, base fundamental de la alimentación de los pueblos mediterráneos.

Su organización política, que era superior a las del resto de los pueblos ibéricos: el Estado Territorial. Este tenía el centro en una ciudad que constituía la capital y a cuya cabeza figuraba un monarca. En cuanto a la sociedad de Tartessos, ésta se hallaba dividida en clases o castas : una clase mercantil enriquecida, terratenientes , varias clases intermedias y en la base los esclavos.

Los tartesios practicaban una agricultura evolucionada, eran buenos navegantes y pescadores, trabajaban los metales y conocían la escritura (teniendo un alfabeto similar al ibérico). La explotación minera (plata , cobre, oro) y el tráfico del estaño (la ruta de las Cassitérides) les llevó a un activo intercambio comercial.

Hacia el año
1.100 a. C. (más tarde según otros autores) los fenicios de Tiro fundan Gadir para comerciar con Tartessos especialmente atraídos por su riqueza en metales, a ésta fundación se añaden otras diversas situadas en la costa de Málaga y el bajo Guadalquivir (Sexi, Malaca, Abdera, Puerto Menestheo, Spal). Se desconoce si la relación de los colonizadores con Tartessos fue siempre pacífica. El elemento colonial fenicio a partir del 800 a.C. parece determinante en el esplendor de esta cultura, sin que se conozca de momento su interrelación con el poder local.

En el siglo VII a.C., el rey Argantonio ayudó a los griegos de Focea , con los que también llegó a comerciar por un breve periodo, en su lucha contra los persas. Finalmente invadida Focea por los persas, los foceos centran su poder en el Mar Tirreno donde la antigua metrópoli cuenta con un centro colonial muy activo en Massalia (Marsella) . Los griegos foceos son derrotados en Córcega en la batalla naval de Alalia (
535 a.C.) por una alianza ocasional de etruscos y cartagineses. Los cartagineses eran fenicios coloniales que habían tomado el relevo a los fenicios de la metrópoli en el comercio del Mediterráneo Occidental, tras el sometimiento de los fenicios de Tiro a los asirios (573 a. C.).

Tras la derrota de los griegos foceos en Alalia y con el terreno despejado respecto a su competencia con ellos por el comercio con las costas ibéricas, Cartago pudo adueñarse de la zona y establecer sus propias colonias en la parte noroccidental de África y la zona sudeste peninsular. Cartago pronto cerró el estrecho de Gibraltar y se adueñó del monopolio comercial con la rica Tartessos. Hacia el
500 a
.C. el reino de Tartessos y su capital portuaria al parecer quedan aniquilados por una intervención de Cartago, por un declive comercial o por un efecto de cambio de su entorno geológico palustre, circunstancias aún no bien aclaradas.

Después de esa última fecha parece que se produjeron a algunos levantamientos de los tartesios, como por ejemplo los ataques a Gadir, en los que ésta se vio obligada a pedir ayuda a Cartago, que dominó fácilmente las rebeliones. Gadir pasaría a desempeñar ahora un doble papel: núcleo centralizador del comercio y además el mayor centro de poder en la región, por ello llegó a confundirse posteriormente con la desaparecida Tartessos.

A partir del siglo V a.C. deja de tenerse constancia histórica de Tartessos. A partir de este momento se vuelve al fraccionamiento de este área (SO de la Península Ibérica) en estados de menor entidad y regidos por reyezuelos de las tribus de llamados turdetanos o túrdulos, sucesores culturales de los tartesios.

Los tartessos tambíen estubieron asentados en Extremadura. Hay un yacimiento de un palacio tartésico en Alamea de la Serena (Badajoz) llamado Cancho Roano.


Y existe otro yacimiento en La Aliseda (Cáceres) donde se encontró un tesoro que junto al del Carambolo (Sevilla) son los dos grandes yacimientos que permitieron iniciar el estudio de los Tartessos. 





Yacimiento tartésico Cancho Roano

Cancho Roano es un yacimiento arqueológico situado en el término municipal de Zalamea de la Serena, en la provincia de Badajoz (España).

Se localiza a tres kilómetros de Zalamea en dirección a Quintana de la Serena, en una pequeña vaguada junto al arroyo Cagancha.

Es el conjunto tartésico mejor conservado de la península Ibérica, datando la construcción original de al menos el siglo VI a. C., aunque el edificio fue ampliado y modificado en siglos posteriores. Supone un yacimiento sin duda excepcional y único, tanto por su forma, su tamaño y su estado de conservación, como por los objetos encontrados, que permiten fechar su creación en torno al 550 a. C., mientras que su destrucción no sería posterior al 370 a. C., causada por un incendio, bien accidental o bien intencional, dentro de algún tipo de rito religioso.


Interior del palacio tartésico de Cancho Roano

Se viene fechando en el siglo VI a.C. no coincide con el inicio del periodo orientalizante sino con los momentos de mayor apogeo. El nivel de abandono se fecha en el siglo IV. a.C. Su planta es cuadrada, con 20 m. De fondo y casi 21 m. De achura. Se levanta sobre una plataforma de piedras con paredes de adobe. La fachada principal se retranquea y, justo delante, el pavimento se realiza mediante mármol de color azul. Esta zona ha dado gran cantidad de materiales cerámicos. Hay una crujía central, con dos muros de carga y un pilar que sustenta gran parte de la techumbre. Dicha crujía sería el espacio sagrado del edificio (el adython).


Habitaciones interiores

El cuerpo principal del edificio, de planta cuadrada, se orienta hacia el Este, y está rodeado por un foso de escasa profundidad, que contiene agua de forma permanente; al parecer la idea de sus constructores era que mantuviese una lámina de agua todo el año. Aunque se desconoce con exactitud su función, el carácter religioso es innegable debido a los altares que contiene; aunque también puede tratarse de un palacio-santuario, a juzgar por su dispositivo defensivo.

El yacimiento, dada su importancia, fue declarado Monumento Nacional en 1986.

El yacimiento de Cancho Roano, se localiza en la finca del mismo nombre, sobre un montículo o túmulo denominado Torruca, en una zona de suave elevación rodeada de encinas y junto un pequeño curso de agua, el arroyo Cigancha, que se caracteriza por mantener su caudal durante todo el año. El lugar está delimitado por pequeñas cadenas, montañosas dotado de un suelo apto para la agricultura.

A esta construcción inicial, le suceden tres edificios o santuarios, que confirman el carácter sagrado del enclave en la zona. Un lugar relativamente alejado de la ruta principal hacia el Guadiana y las tierras del sur, por la que se extiende de un modo rotundo la cultura tartésica.

El edificio más antiguo es el denominado Santuario Orientalizante, descubierto en 1993, que se construye amortizando los restos de la arruinada cabaña primitiva. Se fecha esta edificación entre finales del siglo VII e inicios del siglo VI a. C., coincidiendo con el auge de la cultura tartésica. Su construcción se caracteriza por estar realizada sobre un zócalo de piedras trabadas con barro y cubierto con un enlucido blanco a base de caolín. Sobre este zócalo se levantan las paredes de adobe también enlucidas de blanco.


Maqueta del Santuario Cancho Roano

 



Tesoro de Aliseda

El Tesoro de Aliseda  fue hallado en 1920 y es un antiguo ajuar funerario tartésico hallado en Aliseda (Cáceres) y es posible que estuviera fabricado en oriente. Es de oro y predomina la técnica de la filigrana y cincelado. Está compuesto por una diadema, un collar, un pendiente, una pulsera, dos anillos y un cinturón. En el collar aparece el creciente lunar. Este tesoro era un ajuar funerario de una mujer relacionada con el rey. El pendiente es de gran importancia, está compuesto por un cuerpo, una cadena y una rica decoración alrededor del tubo. Esta decoración se da a base de repujado y cincelado. La decoración se repite por simetría. Lo que representa es el árbol de la vida que se repite constantemente. Entre los árboles de la vida aparece la palmeta que es característica del arte oriental. Junto a la palmeta aparecen dos pájaros, picoteando el fruto de esta. De aquí se supone que sea un ajuar funerario por la representación del árbol de la vida. Se trata de un tesoro tartésico y data del siglo VII a. C. Debido a la ruda manera en que fue encontrado y la falta de medios para la excavación, no se puede precisar si se trataba de un tesoro o de las alhajas y ajuar mortuorio de una dama en sepultura.

Se intentó vender las piezas de forma clandestina, pero finalmente fueron interceptadas y llevadas al Museo Arqueológico Nacional, en Madrid.
 
Se trata de uno de los primeros tesoros reunidos en la Península Ibérica, que caracterizaba la abundancia y medios de una región. No se trata de las primeras joyas tartesias halladas en este suelo, pero algunos de los elementos son únicos en la orfebrería tartesia conocida de Oriente y Occidente. Pertenece a la Edad del Hierro (750-218 a. C.)


Tesoro de Aliseda - Pulsera


Tesoro de Aliseda - Jarrita


Tesoro de Aliseda

Relato del hallazgo

El “Tesoro de Aliseda” se encontró en 1920 en un pequeño altozano adehesado situado en lo que entonces eran las afueras del pueblo, a los pies de la Sierra del Aljibe, junto a un camino que daba acceso al pueblo y a los puertos que cruzan la sierra. Hoy en día el caserío ha llegado hasta esta zona sin que se hayan producido nuevos hallazgos, ni de estructuras ni de enterramientos. Así mismo, se han realizado en la zona algunas intervenciones de seguimiento de obras urbanas con resultado negativo (Rodríguez y Pavón 1999: 29). El hallazgo se produjo la tarde del 29 de febrero de 1920, cuando un muchacho de la localidad se encontraba sacando tierra para un tejar. Sus tíos, para quienes trabajaba, se encargaron de extraer la tierra con las joyas y dárselas a una mujer para que las lavara en el río Salor, pudiéndose perder parte de ellas en este proceso. Mélida lo relata de la siguiente forma: “La casualidad, a la que tanto debe la Arqueología, hizo que en la tarde del 29 de febrero de 1920, al cavar con el sólo fin de extraer tierra para un tejar, en un terreno comunal de la villa de Aliseda (Cáceres). Los que explotaban el referido tejar, D. Victoriano y Jesús Rodríguez, viendo lo que había empezaron a rebuscar y llenaron dos cubos de tierra, mezclada con alhajas. Posiblemente ellos mismos por su rudeza e ignorancia las desbarataron y mezclaron con la tierra, rompieron o acabaron de romper la vasija y otros objetos, y malograron, por lo tanto, el primer dato cierto de la situación arqueológica de esas joyas que pudieron adornar el cadáver de una persona en una sepultura o ser guardadas en vasijas y enterradas como tesoro”.

En el siguiente enlace podemos ver un video sobre el descubrimiento del tesoro de Aliseda y el asentamiento humano:
http://www.canalextremadura.es/alacarta/tv/videos/el-lince-30-el-tesoro-de-aliseda-la-busqueda-160314



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