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Extremadura romana

La tierra de esta confederación lusitana sufrió una romanización completa y profunda. El grado de romanización alcanzado y la extensión de la provincia Ulterior aconsejaban un gobierno aparte, formándose la Lusitania en provincia aparte en tiempos de Augusto (s. II a C.). La provincia de Lusitania acogía gran parte de Extremadura, y Portugal central.

Se construyeron numerosas vías de comunicación (calzadas), grandes urbes, destacando Emérita Augusta, fundada en el 25 a. C., ciudad muy significativa en el Imperio romano y capital de Lusitania, una de las provincias en que se dividió definitivamente la Península Ibérica y un aspecto importantísimo fue la adopción de la lengua del Imperio, base de todos las futuras lenguas romances peninsulares.



Teatro Romano, Mérida

La capital de la provincia de Lusitania, Emérita Augusta, se convirtió pronto en una ciudad rica y brillante, que en nada tenía que envidiar a las otras dos capitales de provincia hispanas, Tarraco y Corduba. Tenía una amplia y cuidada red de comunicaciones que la cruzaban para enlazarla con las restantes capitales de provincia y con otras ciudades; así, la Ruta de la Plata unía Asturias con Emérita y con Itálica; otras rutas conducían a Corduba; otras a Olisipo, a Conimbriga, pasando por el famoso puente de Alcántara. Mérida canalizó el comercio y la vida de la provincia hacia Roma, norte de África y Grecia. No cabe duda que se alcanzó un alto grado de bienestar. Esto lo demuestra el circo de Mérida, capaz de acoger a 30.000 espectadores. Se estima que su población llegó a superar los 50.000 habitantes en época romana. Fue la 9.ª ciudad más importante de su época en todo el Imperio romano, incluso más que Atenas.

Vespasiano dio otro paso en la romanización al conceder el derecho de ciudadanía latina a todos los habitantes de la península ibérica, facilitando de este modo el que los hispanos pudieran acceder a un cargo público. En el siglo III d. C. comenzaron los problemas. Bandas germánicas, constituidas por bárbaros, saquearon la provincia a su paso. Ello aconsejó fortificar las ciudades; de este tiempo datan las murallas de Mérida, Coria y Cáceres. El temido peligro llegaría en el s. V, dejando a la provincia abandonada y en ruinas. La ciudad de Norba Caesarina se extinguió. Otras, como Augustobriga, Cáparra y Lulipa cayeron en el olvido, a pesar de quedar en pie formidables monumentos. La Lusitania fue invadida primero por los alanos y después por los suevos. Con ellos entramos en época visigoda.



Emérita Augusta


Maqueta de Emérita Augusta

Según la opinión más difundida y secundada, la ciudad fue fundada en el 25 a. C. con el nombre de Colonia Iulia Augusta Emérita por el legado Publio Carisio, y orden de Octavio Augusto, para los soldados eméritos licenciados del ejército romano, de dos legiones veteranas de las Guerras Cántabras: Legio V Alaudae y Legio X Gemina. El término emeritus significaba en latín "retirado" y se refería a los soldados licenciados con honor. Dichos militares se ubicarían en o cerca de un poblado prerromano o romano ya existente, pero en todo caso mezclados, puesto que Estrabón, III, 2, 15, cita expresamente a Mérida entre las ciudades "sinoicísticas", esto es, de población mixta indígena y romana. Sus ciudadanos romanos fueron adscritos a la tribu Papiria. 
La ciudad fue la capital de la provincia romana de Lusitania. Se inicia así un periodo de gran esplendor del que dan testimonio sus magníficos edificios: el teatro, el anfiteatro, el circo, los templos, los puentes y acueductos. Durante siglos y hasta la caída del Imperio Romano de Occidente, Mérida fue un importantísimo centro jurídico, económico, militar, cultural y una de las poblaciones más florecientes en época romana, que Ausonio catalogó en noveno lugar entre las más destacadas del Imperio (incluso por delante de Atenas) y en el siglo III se convirtió en la capital de la Diócesis Hispaniarum. En 412, el rey alano Atax o Attaces conquistó la ciudad y estableció en ella su corte durante seis años, hasta que en 418 murió en una batalla contra el rey visigodo Walia y esta rama de los alanos, por consiguiente, apeló al rey vándalo asdingo Gunderico para que aceptara la corona alana.



Acueducto de Los Milagros


Puente Romano


Teatro romano de Mérida Siglo XIX



Templo de Diana


Arco de Trajano


Norba Caesarina

Norba Caesarina fue una ciudad romana, con la categoría de Colonia civium Romanorum, fundada en el último tercio del siglo I a. C. y ocupada hasta el siglo V, que se corresponde con la actual ciudad extremeña de Cáceres. La ciudad fue fundada en época del Segundo Triunvirato en 34 a. C., cuando las provincias de Hispania ya habían sido asignadas a Octaviano, con el nombre deColonia Norba Caesarina, por el Procónsul romano Cayo Norbano Flaco, aunque, de todas formas, seguía las directrices fijadas por Julio César antes de su asesinato en 44 a. C., que incluían un amplio programa de fundación o refundación de nuevas ciudades en Italia y las provincias, particularmente las de Hispania. Como consecuencia, en su nombre oficial Norba recuerda el nomen de su fundador y consta Caesarina en honor de Julio César, inspirador de su fundación.

Los nuevos colonos fueron adscritos a la tribu Sergia, la misma que la de su fundador.


Arco Romano "Del Cristo"

La Colonia pertenecía a la provincia Hispania Vlterior republicana y, desde la reordenación provincial de Hispania realizada por Augusto en 27 a. C., a la nueva provincia imperial Lusitania, siendo adscrita en un momento indeterminado entre los imperios de Augusto y de Claudio I al conventus iuridicus Emeritensis, cuya capital era la Colonia Augusta Emérita.



Restos muralla romana

Plinio el Viejo (Historia Naturalis IV, 117) señala que de esta colonia dependían, al menos en época flavia, los antiguos campamentos de Castra Servilia y Castra Cecilia, viejas fundaciones de época Republicana de los siglos II y I a. C., respectivamente, ambos situados en las proximidades de la actual ciudad de Cáceres. Por su parte, Ptolomeo menciona su existencia en el siglo II.



Campamento romano Castra Caecilia


Inscripción romana

Asimismo, en el territorium de la Colonia existían varios vici o aldeas, de los que conocemos dos por su nombre antiguo a través de inscripciones cacereñas, el vicus Roudensis en el Casar de Cáceres, y el vicus Tongobricensis en Brozas, mientras que conocemos un tercero, llamado Tancia Norbana a través del epígrafe funerario de un centurión de la Cohors III Hispanorum procedente de Brugg (Suiza).

Tres inscripciones documentan las instituciones típicas de una Colonia romana, ediles y duoviros como magistrados y un Ordo decurionis como senado local.

Norba Caesarina conoció un largo periodo de prosperidad entre los siglos I y III, en la época romana altoimperial, a pesar de funcionar como ciudad satélite de Augusta Emérita, la actual Mérida, que fue fundada como centro administrativo de los nuevos territorios conquistados en la expansión de la Lusitania.

Para intentar compensar esa influencia de Augusta Emérita, fundación directa del emperador Augusto, los norbenses buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, de ascendencia hispana, sobrino de uno de los lugartenientes de Julio César y casado con una hija del fundador de la Colonia, y, por lo tanto, su yerno, a quien dedicaron una inscripción honoraria en un momento posterior a 19 a. C., conmemorando su aclamación como imperator por su triunfo sobre los garamantes en la provincia África proconsular lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre y titulatura de la Colonia hacia 20-10 a. C.

En esta misma línea, demostró su fidelidad al emperador Trajano a través de la erección de una estatua, cuyo pedestal -hoy desaparecido- fue leído en el siglo XVIII.

Su período de mayor prosperidad terminó con el advenimiento de la Dinastía Severa, aunque la élite de la ciudad, al contrario de casi todas las élites urbanas de la provincia Lusitania y, en general, de Hispania, apoyó a Septimio Severo, frente a Clodio Albino, posiblemente por contraste con su rival Augusta Emérita. En el caso de Norba, el ordo decurionis local demostró su fidelidad al nuevo amo del Imperio erigiendo una estatua conmemorativa tan pronto como el año 194, conservándose el pedestal con su dedicatoria.

A mediados del siglo III, ante la general inestabilidad político-militar del mundo romano, reaprovechando materiales anteriores (sillares, inscripciones, columnas y decoraciones de edificios amortizados), se reconstruyó un cinturón de murallas, a semejanza de la mayoría de las ciudades de mayor importancia de Hispania, de todo el Imperio y de la propia ciudad de Roma.

A lo largo del siglo IV, la vida de la ciudad fue languideciendo, con un empobrecimiento material, que se constata en las excavaciones arqueológicas en forma de nuevas construcciones realizadas sobre edificios altoimperiales amortizados, reaprovechando materiales de épocas anteriores y con un técnica constructiva de mediocre calidad. Después de las invasiones germánicas de 409, la Colonia terminó por ser abandonada hacia mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas no fueron reutilizados hasta después de la conquista musulmana de la Península Ibérica.


Coria
No se conoce con exactitud la fecha de fundación de la ciudad de Coria, si bien, la fertilidad de las riberas del Río Alagón propiciaría una muy temprana ocupación, habiéndose encontrado materiales líticos del periodo achelense antiguo (300.000 a. C.). Un primer asentamiento continuado ha quedado documentado con el pueblo vetón, de estirpe celta, que sobre los siglos VIII-VI a. C. sitúa su capital en la antigua Caura. 


Con la conquista romana, hacia el siglo I a. C., por orden del cónsul Quinto Cecilio Metelo Pío, el asentamiento pasa a denominarse Castrum Caecilium Cauriensis, antecedente de la posterior Caurium, municipio estipendiario que, en el Bajo Imperio, lograría la ciudadanía romana, encuadrado en elConventus Emeritensis de la provincia Lusitania.


Muralla romana de Coria


Puerta romana de Coria

Caído el Imperio, alrededor del siglo V, Coria, como el resto de nuestra nación pasaba a poder de las hordas bárbaras, resurgiendo inmediatamente como núcleo relevante del reino hispano-visigodo de Toledo, momento en el que, si no antes, se instituía la sede episcopal cauriense (el 589 firma las actas del III Concilio de Toledo Jaquintus, Episcopus cauriensis).


 

Vía de la Plata (Iter ab Emérita Asturicam)

El origen histórico de esta ruta de comunicación es incierto. Durante el periodo protohistórico, coincidiendo con la presencia en el sur peninsular de la cultura de Tartessos, se tienen noticias de la existencia de contactos comerciales con el oeste hispano, gracias a diversos hallazgos arqueológicos, por una ruta denominada por algunos estudiosos como "Vía del Estaño" pues se supone que por ella circularía buena parte de ese metal en la Península.

En los siglos posteriores continuó siendo frecuentada, sin que se conozca el nombre concreto de ella, convirtiéndose, hasta la llegada de Roma, en una de las principales vías de comunicación de los pueblos hispanos junto a la denominada Vía Heraclea, que recorría todo el Levante, desde Cádiz, hasta atravesar los Pirineos.

Los autores españoles de los siglos XVII y XVIII, como Bernabé Moreno de Vargas, llamaban a la ruta "Vía consular" y "Vía militar", por estar convencidos de su existencia en época republicana, siendo verosímil el arreglo de la ruta preexistente para facilitar el movimiento de las tropas, dado el temprano interés mostrado por los romanos en la exploración y conquista del norte peninsular, como demuestra su primera expedición a Gallaecia en 137 a. C.

Durante la época romana la vía se mantuvo como eje fundamental de las comunicaciones tanto durante la conquista (al ser camino de acceso desde la Bética hacia el noroeste) como en época imperial. Diversas fuentes escritas describen el recorrido de la misma, entre ellas el Itinerario de Antonino, el cual describe el recorrido de la misma (Iter ab Emérita Asturicam) que partía de Augusta Emérita (Mérida), capital de la provincia Lusitania, para finalizar en Asturica Augusta (Astorga), capital del Convento Asturicense y una de las principales ciudades de la provincia Tarraconense. En su camino atravesaba diversos núcleos como Bedunia (San Martín de Torres), Brigeco (Castro Gonzalo), Ocelo Durii (Villalazán, provincia de Zamora), Salmantica (Salamanca), Cáparra o Norba Caesarina (Cáceres).

Ya desde la antigüedad más remota existía una ruta que, utilizando un corredor natural  que articulaba el occidente de la Península Ibérica, permitía comerciar al pueblo tartesio con el norte de la meseta en el siglo VII a. de C. Fue esta ruta la que utilizaron las tropas romanas para avanzar hacia el norte.

En época del emperador Augusto y sobre todo  durante los reinados de los emperadores Trajano y Adriano, ya se configura como una calzada romana que en sus inicios unía Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga), y que continuaba por la  “XXIII, Iter ab Hostio Emeritam Uxue Fluminis Anae” hasta Sevilla por el sur, y hasta Gijón por el norte a través de La Vía Carisa, calzada romana impulsada por el general Publio Carisio, cuyo objeto era unir los asentamientos militares de tierras leonesas con el mar Cantábrico. La primitiva calzada, y sus prolongaciones naturales crearon una gran ruta de comunicación que unía la cornisa cantábrica con las tierras del Sur de Hispania.

Por ella circularon mercancías, tropas, comerciantes y viajeros, en un continuo tránsito que favoreció la difusión de la cultura romana, su lengua y modos de vida, a la vez que facilitaba el control del territorio que necesitaba la administración del Imperio Romano.

Esta ruta se siguió usando a lo largo de los siglos, tanto por árabes como por cristianos durante la Edad Media, para continuar después desempeñando un importante papel en la red de comunicaciones de la Península Ibérica. La riqueza del pasado histórico de la Ruta de la Plata, cuyo nombre deriva del árabe balat, "camino empedrado", se pone de manifiesto en los innumerables vestigios que jalonan su recorrido, que ofrece uno de los conjuntos más interesantes de nuestro Patrimonio histórico.

Las calzadas romanas

Los romanos construyeron a lo largo de todo el Imperio varios miles de Kilómetros de calzadas que formaban una compleja red de comunicación constituida por diversos tipos de vías. La importancia del camino, unida a la geografía de los lugares por los que transitaba determinaron, en cierta medida, el sistema constructivo elegido en cada caso.

Pese a ello la mayor parte de las calzadas romanas comparte una serie de aspectos comunes. Para su construcción se excavaba el terreno hasta alcanzar un nivel firme que servía de drenaje y asiento de las capas superiores constituidas por tierra y piedras que servían para obtener una estructura sólida.

Finalmente se disponía un empedrado de grandes losas que pavimentaban el camino confiriéndoles su aspecto característico, cuyos vestigios en muchas ocasiones han perdurado hasta nuestros días.

Al paso de los caminos romanos a menudo fue necesario realizar otras obras de infraestructura que facilitasen su recorrido por lugares de difícil relieve.

En las laderas de las zonas montañosas se levantaron muros laterales de contención o calzos ( de lo que deriva el nombre de calzada) mientras que en el paso de los arroyos o ríos se construyeron desde pequeñas alcantarillas hasta grandes puentes, algunos de los cuales constituyeron verdaderos alardes de ingeniería para cuya construcción se utilizaron complejos sistemas de cimbra.

El dominio de las técnicas constructivas en época romana se pone de manifiesto en la construcción de grandes puentes que 2000 años más tarde son grandes monumentos, a la vez que siguen cumpliendo su función original.

Los desplazamientos en la calzada romana.

En época romana los desplazamientos de largo recorrido se realizaban en caballerías y en diversos tipos de carruaje.

En general se trataba de vehículos rudimentarios que hacían que los viajes fueran lentos y que fuera preciso realizar numerosas cambios de posta. Por ello a lo largo de los caminos estaban distribuidos lugares de descanso de diversos tipos: los más sencillos eran las llamadas mutationes o pequeñas instalaciones destinadas únicamente al descanso y avituallamiento y cambio de caballerías.

Pero también existían otras instalaciones de mayor importancia, denominadas mansiones, que ofrecían al viajero otros servicios y que en muchas ocasiones coincidían con ciudades, en otros casos el continuo tránsito por el camino hizo que en torno a estas mansiones surgiera también una ciudad.

Para conocer la distancia recorrida y el camino restante hasta el lugar de descanso siguiente los viajeros que transitaban por las calzadas disponían de los llamados miliarios; estos consistían en hitos de piedra de forma cilíndrica y de grandes dimensiones en los que además de la información propia de señalizaciones viarias se recogían otros aspectos relacionados con la calzada como la época de construcción y el nombre del emperador reinante o las reparaciones realizadas en el camino.

El sistema de comunicaciones en el mundo romano alcanzó considerable importancia y llegó a afectar a otros aspectos como el de la religión, que disponía de deidades menores para proteger a los viajeros y a los caminos. En ocasiones se colocaban junto a la vía pequeños altares dedicados a estos dioses conocidos como lares viales.

 

Calzada romana Via de la Plata


Miliario

Cáparra (Municipium Flavium Caparensis)

De origen Vetón, la población de Cáparra llegó a convertirse en muncipium de Roma en época de Vespasiano: Municipium Flavium Caparense. De los restos que se conservan destaca su impresionante arco, tetrapylum, el único de sus características en España, que se ha convertido en el símbolo más representativo de la ciudad.

La ciudad de Cáparra era conocida por griegos y romanos. Claudio Ptolomeo la cita como Kapasa y la situaba en la zona de Lusitania y que pertenecía a los pueblos vettones, lo que indica que probablemente se encontraba en la frontera difusa entre los dos pueblos. Parece que los caparenses eran de origen vetón.


Restos murallas de Cáparra


Durante la ocupación romana, la ciudad adquirió una gran importancia estratégica ya que constituía un punto de paso en las comunicaciones norte-sur, lo que luego se convertiría en la Vía de la Plata, la calzada romana que unía Emérita Augusta con Asturica.

Los romanos concedieron inicialmente a Cáparra el estatus de ciudad estipendiaria. Es decir, la población tenía que pagar un canon y contribuir al ejército romano, pero tenía derecho propio, su propia moneda y sus tierras.

Finalmente, en el año 74 d.C. Vespasiano le otorga a Cáparra el estatus de Muncipium, con lo que sus habitantes pasaban a ser ciudadanos romanos.

A partir de ese momento Cáparra entra en una etapa de crecimiento y desarrollo como ciudad, siguiendo la arquitectura propia de las ciudades romanas.

La ciudad estaba amurallada y disponía de tres puertas de acceso. La puerta sur, que llevaba al Foro a través del cardo máximo, y las puertas que comunicaban el decumanos maximus con la Vía de la Plata.


Decumanus maximus

El Arco de Cáparra se sitúa justo en la confluencia del cardo y el decumano, dando acceso al Foro de la ciudad. El arco tenía una altura de unos 13 metros. Se trata de un arco cuadriforme que se eleva sobre cuatro pilares que forman cuatro arcos de medio punto. Cada pilar se asienta sobre un basamento coronado por una cornisa. En los laterales que dan a la calzada romana aparecen pedestales en los que se situaban probablemente estatuas o efigies representativas de la época. Es el único arco de este tipo que se conserva en España.


Arco de Cáparra

En uno de los laterales se puede leer la inscripción:

BOLOSEA(E) FIDI(O)
PELLI F. MA(CRI. F)
M. FIDIVS MACE(R EX)
TESTAMENTO F (C)

"Marco Fidio Macer, erigió este monumento, según testamento, en honor de Bolosea, hija de Pellio y de Fidio, hijo de Macer"

En el centro neurálgico de Cáparra, en el que se situaban los edificios más importantes, como el Foro, se encuentran las termas públicas. Es un edificio de planta cuadrada dividido en su interior en diferentes dependencias: almacenes, oficinas y los baños propiamente dichos.


Termas romanas de Cáparra

Galisteo

De los orígenes de la Villa de Galisteo, se conoce poco, pero si algo de cierto hay es que empezó siendo un "Casto" o campamento: fundado por los antiguos moradores de la estación romana de Rusticiana, en la Vía de la Plata camino de Emérita Augusta, actual Mérida. En estas estaciones se cambiaban los tiros de caballos para proseguir casi ininterrumpidamente la marcha. Rusticiana fue una "Mansio" o "Station", modernos estudios sitúan esta "Mansio" en el centro del cerro de las Brujas, a unos dos Km. de Galisteo. Próximo al arroyo Zarzoso, y cerca también de una alamedilla denominada "Trampal ", que aún existe en la finca de Larios, con una laguna de abundante agua y que en la actualidad se la conoce con el nombre de "El Pantano". Con el paso del tiempo crecieron tanto sus habitantes que la mayoría de ellos, ganaderos, se apartaron un poco de la estación para defenderse de los frecuentes merodeos de tropas. Se agruparon en un campamento, después aldea... y al finalmente villa. Así nace Galisteo.


Alcántara

El "Bronce de Alcántara", también llamada "Tabula Alcantarensis", fue hallada el año 1983 en la zona del Castillejo de la Orden (dentro del término municipal), recoge la rendición del pueblo indígena de los seanocos ante los romanos. Se conserva en el Museo de Cáceres.

El hallazgo del Bronce de Alcántara confirma que la zona estaba habitada en el siglo II a. C. No obstante, el resto romano más destacado es el Puente de Alcántara, construido posteriormente.



Puente de Alcántara

El Puente de Alcántara es un puente romano en arco construido entre 104 y 106, que cruza el río Tajo en la localidad cacereña de Alcántara. Consta de 6 arcos de desigual altura, los cuales descansan en cinco pilares a su vez a distintas alturas sobre el terreno de roca allanada de pizarra. Existe un templete conmemorativo con un arco de triunfo superior en el centro del puente con una altura de 10 m, denominado de Trajano.

Una inscripción en el centro del puente indica que fue construido en honor al emperador romano Trajano, nacido en Hispania. La inscripción dice lo siguiente: "Imp. Caesari. Divi. Nervae. Aug. Max. TRIB. POTEST; En su entrada meridional se deja constancia en otra inscripción de que su ingeniero fue Cayo Julio Lacer. El puente de Alcántara fue construido gracias a los impuestos de siete villas lusitanas y pretendía unir la calzada de Norba Caesarina (Cáceres, España) a Conimbriga (Condeixa-a-Velha, Portugal) como estación de la Vía de la Plata. 

             
Puente de Alcántara

Puente de Segura

El Puente de Segura es un puente romano construido en la misma época que el cercano Puente de Alcántara, a principios del siglo II, bajo el emperador Trajano.

 

Fue construido en la provincia romana de Lusitania para dar continuidad a la calzada romana que comunicaba Norba Caesarina, sobre la Vía de la Plata, con la civitas Egitania (Idanha-a-Velha, Portugal) y con Bracara Augusta (Braga, Portugal), para poder salvar el río Erjas, cuyo curso marca la línea fronteriza entre España y Portugal, sirviendo este puente como paso internacional entre ambos países.

         
Puente de Segura (Alcántara)


Alconétar

Roma construyó el puente para salvar el paso del Tajo, y dar transitabilldad a la Via de la Plata, como es habitual en la creación de las vías de comunicación en el mundo romano. Algunos testimonios históricos y arqueológicos parecen evidenciar que allí, junto al puente, debió estar Turmulus, una importante mansio (parada caminera) nombrada en los itinerarios de Plinio y de Antonino; información también acompañada por la aparición de restos de muralla que indican la veracidad de las fuentes. Mansio era denominación dada a los enclaves creados junto a la vías romanas, que tenían como funcionalidad el avituallamiento de los usuarios de la calzada, a modo de fonda; gracias al intercambio comercial estos lugares fueron creciendo hasta llegar a ser poblaciones definidas, así sucedió en Caparra (Guijo de Granadilla-Oliva de Plasencia), Caelonico (Baños de Montemayor) y Contributa lulia (Medina de las torres), entre otros.

El Puente de Alconetar, también llamado puente de Mantible, fue construido durante el Alto Imperio, posiblemente a lo largo del siglo II d. de C. Se extiende en una longitud de 250 metros, de ellos, unos cien en seco durante el estiaje y el resto dentro del río. En su origen, el puente tuvo trece arcos hoy perdidos. Todo él está realizado con una sillería de grandes piezas de granito, el ornamento de la obra arquitectónica se basa en un destacado almohadillado y en la presencia de tres niveles de cornisa en los pilares conservados. Las pilas tienen un espesor considerable (una de ellas 8,15 y las otras tres 4,50 m.). La estructura tendría en su origen una sobriedad y un aspecto de solidez evidentes; las bóvedas descargarían en los gruesos pilares adecuados al caudal del río.


          


 Metellinum (Medellín)

Teatro Romano de Metellinum (Medellín)

   La Metellinum romana fue fundada por el cónsul Quintus Caecilius Metellus Pius unos 79 años antes de Cristo. En honor a su fundador recibirá su primera denominación Metellinum.

Existen diversos restos de esta época, que demuestran la vitalidad romana de la zona. Restos de un puente romano, que más tarde sería sustituido por uno medieval, Villas romanas, o restos del foro aún por excavar en la falda del castillo.


Teatro romano

   El teatro romano de Medellín se localiza en la ladera sur del Cerro del Castillo, dentro de los límites de un importante yacimiento arqueológico, cuyos orígenes se remontan al Bronce Final y el período Orientalizante. Las intervenciones arqueológicas desarrolladas en su recinto desde el año 2007 han sacado a la luz detalles de la estructura de su graderío y escenario, recuperándose además una gran cantidad de elementos decorativos, como el opus sectile del frons pulpiti, elementos de su columnatio y varias piezas escultóricas. Las materiales, técnicas y decoraciones utilizadas en su construcción han permitido fechar su erección en época tardo-republicana o protoagustea, detectándose reformas posteriores de época claudia y el siglo II. Aunque el estado de conservación del graderío del teatro es excepcional, la situación de su muro perimetral exterior es irregular. Gran parte de su sección ha desaparecido, presentando grandes roturas en los lugares en los que se ubican las puertas de entrada. La fuerte pendiente de la ladera en la que se asienta hace que las aguas de lluvias y los materiales arrastrados por éstas afecten al muro, erosionándolo. Las filtraciones y erosiones han provocado la disolución de sus morteros, la aparición de depósitos de sales, así como desprendimientos y pérdidas profundas en su mampostería. El principal objetivo de la intervención es la consolidación y restauración del talud norte y del muro perimetral exterior del graderío, junto con los restos de los enjarjes de la bóveda que cubría el ambulacro, garantizando la conservación del monumento y su puesta en valor. Para lograrlo se estabilizará la ladera y se evacuarán las aguas de lluvia, impidiendo que las escorrentías desciendan hasta el graderío y el interior del teatro.

   El grado de romanización del territorio, puesto de manifiesto por la proliferación de las villas romanas en torno a las vegas del río Guadiana, tomando como centro la localidad de Medellín, viene señalado por la dedicación de sus moradores a tareas de tipo rural, preferentemente agrícola con un elevado grado de concentración pese al pujante atractivo que debió de poseer la próspera ciudad de Mérida, situada a escasa distancia.

   Existe un elevado número de restos epigráficos, como el mosaico de “Las Galaperas”, a unos dos km al norte de Medellín, con decoración geométrica, data a finales del siglo II.

   Las relaciones de Medellín con otros núcleos urbanos de época romana que, desde Mérida, la vía que conducía a Toledo discurría por las inmediaciones de Medellín; a su paso, salvando el Guadiana, salía una bifurcación hasta Córdoba.


Teatro Romano



Gradas teatro Medellín

 
 


Son muchos los vestigios de la civilización romana en Extremadura. Son tantos que resultaría imposible meterlos todos en este apartado. Existen multitud de monumentos romanos aislados en toda la geografia extremeña, como por ejemplo los puentes romanos muy bien conservados de Valdesalor, Aldea del cano sobre el arroyo Santiado o el de Casas de Don Antonio sobre el río Ayuela y todos ellos en la Vía de la Plata, así como miliarios en toda su extensión y perfectamente conservados.


Miliario cerca de Aldea del Cano (Cáceres)


Puente Romano Via de la Plata (Aldea del Cano)


Puente Romano sobre el Rio Ayuela (Via de la Plata, Casas de Don Antonio)


Puente Romano Valdesalor (Via de la plata)

No nos olvidamos de la caldada romana de Baños de Montemayor ni de sus termas romanas, ni de las tesmas romaras de Alange en la provincia de Badajoz. Tambien son dignas de ver las ruinas romanas de Augustobriga junto al embalse de Valdecañas. 


Termas Romanas de Alange



Augustobriga

En el término municipal de Casas de la Reina, a 1.500 m de la población, se halla la que fue la ciudad de Regina Turdulorum. La ciudad se fundó en torno al siglo I, resultado de la unificación de diversos núcleos de población de los que el más importante se ubicó en el cerro de la Alcazaba de Reina.

Los motivos de la creación de la ciudad estuvieron íntimamente ligados a razones económicas: abundancia de minas, buenos terrenos agrícolas, zonas boscosas y abundancia de agua. La población se localiza en el eje de los viejos itinerarios y calzadas que unían Corduba e Hispalis con Augusta Emérita, lo que vivificó la población a lo largo de los siglos. Recientemente (2010) se ha descubierto una estatua romana (Dama de Regina) que podia representar a la diosa Juno.

El yacimiento arqueológico ocupa unas 40 hectáreas. Destacan entre sus restos el teatro, el foro y algunas viviendas que han sido excavadas recientemente. La situación geográfica de esta ciudad romana está relacionada con la rica Campiña de Llerena, con sus minas de hierro y de plomo, y con las caudalosas fuentes de la Sierra de las Nieves, en cuya cumbre los almohades levantaron en el siglo XII una alcazaba con muros de tapial y sillares graníticos reaprovechados de la ciudad romana.Plinio, el naturalista romano, indica en sus escritos que la ciudad de Regina y su territorio formaron parte de la antigua demarcación geográfica denominada Baeturia Turdulorum.



Teatro Regina Turdulorum


Dama de Regina


El yacimiento arqueológico de Hijovejo cerca de Quintana de la Serena nos deja un buen ejemplo de la colonización romana que dejó su impronta a orillas del río Ortigas donde se estableció un poblamiento disperso, asimismo han aparecido algunas inscripciones. Especial importancia tiene la calzada romana que debió pasar por el núcleo urbano actual o muy cerca de él, y de la cual aún nos quedan restos en Hijovejo.


yacimiento romano de Hijovejo

Se trata de una fortaleza romana datada en sus orígenes en el siglo I antes de Cristo, mandada construir por el cónsul Quinto Cecilio Metello Pío en el contexto de las denominadas Guerras Sertorianas. La función de Hijovejo, junto con otra serie de recintos de menor entidad distribuidos en la comarca de la Serena, fue proteger la minería de plomo y plata de la comarca. Siendo su fundación, por tanto, coetánea de la Colonia Metellinensis (Medellín), la primera colonia romana en Extremadura, y del campamento romano de Castra Caecilia, ubicado este último en las cercanías de Cáceres, y que responden al mismo objetivo del control del territorio en el contexto militar de las mencionadas Guerra Sertorianas.


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